LA MIRADA INTERIOR

     

    Por especiales circunstancias, he tenido la suerte de permanecer algún tiempo acompañando al amigo Medín Martín en su estudio de escultor. Tiene este artista su hábitat de creación en el importante paisaje de Tacoronte, bello entorno que siempre ha inspirado a los artistas la inmersión en el mundo del arte, ya sea de la palabra, de la pintura o de la escultura, ambiente que fue recreado en las paletas tan cromáticas o surrealistas de Álvaro Fariña y Óscar Domínguez.


    De tanta gracia rodeados, charlábamos mi amigo y yo ante un vaso de buen vino del lugar, mientras él, como al desgaire, trabajaba en la confección de un busto. No sabía yo de la elegancia y el mimo de sus manos cuando modela el barro hasta ennoblecerlo. Entraba en el estudio una brisa especial, algo así como un vidrio transparente y perfumado de membrillos que se podía esculpir en nuestro espíritu y que, naturalmente, era fuente inspiradora para hablar de las magnificencias de la vida y el arte. Charlábamos, pues, de la obra de Medín, de los principios de su vocación artística, de la bella isla de La Palma y del pueblo de Breña Alta, donde nació el escultor en el año 1955.


    Quiero hacerme a la idea de que, mientras charlábamos sobre la captación de la Belleza, respirábamos, a la par, el clima espiritual y sugeridor de los especiales sentimientos que conforman al artista. Nombrábamos la isla de La Palma porque la teníamos delante de nuestros ojos, posada en el mar, donde se alargaba horizontalmente como un yugo de tea. Tea nuestra, de pino canario, el árbol cuya madera tanto ama Medín. Hablábamos del vino de resina de Fuencaliente y del vino de resina de la Campania de Nápoles y, así, iniciamos entonces una curiosa incursión en el mundo interior donde la sustancia medular del arte se mostraba de manera tan diferente al paisaje superficial colindante, cuya materialidad figurativa, tan colorista, ordenada y lógica, no perdía nada de su belleza.


    El entusiasmo que mi amigo ponía en la conversación le llevó a confesar que, desde muy joven, se sintió atraído por la madera. Como anécdota, me contó que su padre tenía una carpintería y él se entretenía en confeccionar piezas útiles, como trabas para la ropa, con lo que aliviaba un pequeño gasto de la casa. Recordé a Jesús niño, haciendo en el taller de José las palomitas de madera que luego soplaba y, milagrosamente, se iban volando ante los ojos atónitos del carpintero.


    No las simples trabas de Medín, pero sí las palomitas de Jesús podían tomarse como ejemplo de las sustancias ocultas que se conservan en ese INTERIOR, donde el escultor ha penetrado para extraer los maravillosos objetos que hoy nos presenta bajo el título global de  LA MIRADA INTERIOR.


    Tengo la sensación de que sería desacertado, por nuestra parte, confundir estos objetos de arte con los productos que se originan en los sueños. Mientras las figuras oníricas se producen libres en nuestros estados inconscientes, la obra del artista está sometida al autor que la escoge, la determina y la trabaja, siguiendo un plan estético que ya ha sido preconcebido en su afán de crear, en los múltiples e inmateriales bocetos que la inspiración le propone. Así las obras que están presentes en esta exposición no son obras azarosas o de banales caprichos, sino que, muy al contrario, pertenecen a un real estado de la conciencia del autor. Me bastaba verle acariciando su obra perfectamente acabada INTERIOR DE RESERVA, que a mí me sugiere el corazón de la isla.


    En el interior profundo y misterioso, en los arcanos de nuestra existencia, la vida contiene los rellenos de nuestros vacíos. Hasta ahí ha llegado el escultor para, como quien pesca en el río Leteo, extraer los pecios que yacen en el fondo de nuestras sensaciones inéditas aún, esas que obran como lastre, silenciosa y continuamente, en el interior del artista.


    Esta exposición es la muestra de ese INTERIOR DE INTERIORES que tantas formas contiene y donde Medín Martín, valiéndose de la madera y su especial talento, nos muestra toda una filosofía del ESPACIO INTERIOR.


    Refiriéndome, ahora, de manera muy particular, a su obra trabajada en madera de tea, me ha llamado mucho la atención el uso de un cromatismo intencionado, que no cubre la totalidad del material, dejando que actúe con prioridad la esencia noble de la madera. En la obra INTERIOR COMPARTIDO, el escultor pone sexo al espacio misterioso. Así, el color rojo pertenece al espacio apasionado macho y verde ha pertenecido siempre a la hembra... Aquí se representa una conjunción de espacios, pues también los espacios se funden en uno, se ensamblan en nuestra vida como el tiempo de la realidad y el tiempo del recuerdo, que puede ser representado como en el caso que nos ocupa, con el arte.


    Las esculturas de Medín Martín, no son, ni se parecen, a aquello que habíamos visto antes del sueño. Mejor es decir ensueño, al que este escultor nos lleva modelando nuestro sentimiento, a través de su profunda MIRADA INTERIOR; interior que nos permite atravesar hacia un exterior claro, abierto y dignificado por su armonía y el buen trabajo hecho en la madera de obeche. Un interior que dignifica el exterior, viene a ser la buena intención de un alma noble, como la de mi amigo Medín. Preciosa pieza ésta, por la que siempre sentí una especial predilección. Maciza, significativa y de una belleza singular y sugeridora de una filosofía de apertura y comunicación.

    He leído alguna vez que la escultura es algo así como el vestido de un trozo abstracto de la nada. Lo he leído y me he quedado con la sensación de que, en gran parte, es un acierto; pero no estoy muy conforme con ese sentido de abstracción, huera y vacía, parece, cuando se cita la nada. Al menos, en la obra de Medín Martín podemos decir que se ha “vestido” todo un pensamiento informativo y completo de los sucesos más importantes surgidos de nuestro interior. Nuestro INTERIOR EN EQUILIBRIO, acaso la difícil templanza, representada en  una magnífica pieza de caoba, nos confirma que toda la obra de Medín conlleva la intención de “algo” de lo que realmente ocurre y suena en el interior del hombre... A veces, el descubrimiento es doloroso, como en el bronce que representa el INTERIOR OCUPADO, aguda hoja lanceolada, significante claro y efectivo del dolor. Varias son estas MIRADAS INTERIORES, confeccionadas con  nobles maderas como la pieza titulada INTERIOR DEL ABISMO, trágica y suave a la vez, combinación del enebro y la tea. Pero, en resumen, es la tea, la madera canaria por excelencia, la que marca la pauta, el importante evento de esta exposición de Medín Martín, un regalo para nuestros sentidos en muestras tan preciosas como el INTERIOR QUE TERMINA, tan acertadamente policromada, con mancha gualda sobre rojiza tea, simbolizando el núcleo insospechado y doloroso, acaso una herida, en nuestro interior libre y profundo.


    Profundas son estas muestras de Medín Martín que penetra en todas, o casi todas, las posibles causas que motivan al hombre. Ha penetrado en el INTERIOR DEL TIEMPO que es la columna vertebral de nuestra existencia, tiempo vertebrado por sustos y alegrías con peldaños de amores y desengaños, de vidas y muertes o encuentros y ausencias que ascienden por el interior del eje vertical, imprescindible, de la vida.


    Al final y en conjunto, la ejecución de esta nueva colección de obras ha significado para Medín Martín un apasionante VIAJE INTERIOR, donde el artista ha descubierto que el alma, espíritu, o centro invisible que sirve de motor al hombre está compuesto de belleza, de paz, de dolor y alegría, de un conjunto armónico de todos los sentimientos posibles, alineados en nuestro interior con las agudezas de un principio y un fin.


    Se trata, pues, de la vida. Vida con interior o INTERIOR CON VIDA, igual da; esto es el Arte.

    Rafael Arozarena, 2002.